Semanario Universidad, 04 de agosto de 2006
Rocío Marín- CRISOL
En un intento por llamar la atención sobre la situación de discriminación que viven los inmigrantes nicaragüenses en Costa Rica, el escritor Sergio Ramírez Mercado señaló que para vencer el rencor y la mala voluntad entre las poblaciones de ambas naciones no basta con ser tolerante.
Para un país que ha tocado fondo como Nicaragua, dijo Sergio Ramírez, haberse convertido en un exportador de gente no es un triunfo, aunque las remesas que envían sus ciudadanos inmigrantes superen los ingresos que producen todas sus exportaciones de bienes materiales juntas.
En su alocución, durante la apertura del año lectivo en la Universidad de Costa Rica, Ramírez hizo énfasis en la necesidad de que los seres humanos nos metamos en las cabezas, pensamientos, ansiedades, sueños y hasta en los odios de las otras personas, por irracionales que estos parezcan, con el fin de tratar de entenderlos, aunque muchas veces nos consideremos víctimas de sus acciones.
"Ser nada más tolerantes, se queda en una actitud condescendiente, como la de quienes viven en una misma ciudad, pero en barrios separados, y aún cuando hablen la misma lengua, viven en una babel de espíritu, porque no quieren oírse, ni les interesa oírse".
Añadió que aunque supone que ticos y nicas vivirían mejor avenidos unos con otros si la pobreza, falta de oportunidades, miseria y marginalidad no hubieran empujado a quienes buscan sustento para sus familias a emigrar de manera masiva a Costa Rica, en el país debemos cuidarnos de la xenofobia, que es un fenómeno que no tiene nacionalidad y de leyes migratorias drásticas, que son incapaces de solventar los grandes desajustes que hay entre las dos sociedades, que ante todo seguirán siendo vecinas, en la geografía y en la historia.
¿Cómo lograr que un costarricense de la Meseta Central se imagine como un nicaragüense de Chinandega y viceversa?
En opinión del escritor, como ya lo intentan seres humanos en otras latitudes del mundo como Israel, donde la intolerancia y la xenofobia han llevado a israelíes y palestinos a vivir en medio de un conflicto armado.
Allí un músico judío llamado Daniel Barenboim, quiere una orquesta sinfónica formada por judíos y palestinos, por lo que creó un jardín de infancia musical que funciona en el territorio palestino de Ramala, con el fin de contar con una orquesta sinfónica juvenil palestina.
En opinión de Barenboim -mencionó Ramírez- mientras ambos pueblos no aprendan a aceptar, respetar y conocer el punto de vista del otro y a saber lo que el otro quiere o necesita, van a continuar las matanzas cotidianas y medidas políticas absurdas como la construcción de un muro, que lo que hace es separar tierras palestinas de otras tierras palestinas, cuando ambos pueblos están históricamente conectados.
TOLERANCIA OBLIGADA
Para Ramírez Mercado, el problema de América Latina radica en que hemos cultivado una tolerancia obligada, sin haber intentado nunca imaginarnos como los otros, alimentando de esa manera una intolerancia mutua que conspira contra la idea de nación y mina la idea de identidad en la diversidad.
Esto se origina desde el siglo XIX cuando, tras la independencia, los estados nacionales atrapados dentro de límites fijados en la colonia, trataron de articular entidades políticas que aseguraran el funcionamiento democrático, la libre participación ciudadana y el desarrollo con prosperidad e inventando a sus ciudadanos, a partir de una masa disímil de criollos, ricos y pobres, artesanos y campesinos sin fortuna, mestizos de varias sangres, mulatos, pardos e indígenas que luego llegarían a ser casi mestizos y verdaderos pueblos indígenas sobrevivientes de la conquista, como es el caso de Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y el sur de México, con sus propias lenguas, visión de mundo, tradiciones y maneras de vivir.
Aunque casi desde la independencia, asegura Ramírez, estos pueblos han estado buscándose, han fracasado en sus proyectos de bienestar y equidad, no han podido romper las barreras de la separación étnica donde la realidad así lo demanda y movidos por la globalización, han asumido otros conceptos de soberanía.
"La filosofía de la ganancia que promueve el mercado global, ha enfrentado a estas naciones al desarraigo masivo, con una celeridad que está creando nuevas relaciones sociales en el mundo y que se manifiesta a tal punto, que los mayores ingresos de muchas naciones provienen de las remesas de los inmigrantes".
Tal es el caso de Nicaragua donde esas remesas superan los ingresos que producen todas las exportaciones de bienes materiales juntas, por lo que ha pasado a ser exportadora de gente, lo cual -enfatizó- lejos de ser un triunfo para un país que ha tocado fondo, es un prolongado y costoso desangre, que no puede ser compensado ni con los recursos que ingresan.
DESAJUSTE DE CULTURAS
Para Ramírez Mercado los seres humanos desarraigados y desplazados defienden en la soledad del exilio una idea fija e inmutable de lo que dejaron atrás. "El desajuste de culturas es tal que llega a provocar asonadas y levantamientos, como los que vimos hace poco en los suburbios de París, donde miles de jóvenes africanos, se alzaron al empuje de un sentimiento de desarraigo, de discriminación, de no ser como los otros y de ser rechazados por eso".
Para Ramírez, a la población nicaragüense en Costa Rica, que un estudio del Centro Centroamericano de Población (CCP) de la UCR calcula es de 300 mil personas aproximadamente, sin tomar en cuenta a los ilegales, le sucede lo mismo que a todos los trabajadores inmigrantes del mundo.
Pese a que vienen a realizar trabajos subalternos y de poca calificación que la población local no quiere ni para sus hijos, sufren el mismo malestar intolerante que existe en naciones como España, frente a la presencia masiva de marroquíes y sudamericanos o en Estados Unidos hacia los hispanos.
Ante esta situación, Ramírez piensa que lo más importante es hacer entender a los gobiernos de ambos lados de la frontera, la responsabilidad que tienen de trabajar para crear políticas migratorias justas, de desarrollo e integración y de intercambio cultural y educativo, con la clara conciencia de que es mucho y valioso lo compartido.
Señaló que eso no es imposible, puesto que según el mismo estudio de la UCR, un 88% de los nicaragüenses que viven en Costa Rica saben leer y escribir, lo que indica que aquí se les ha dotado de un nivel de escolaridad.
"Me erijo como el mejor testigo de que Costa Rica siempre ha sido una tierra de asilo no solo para los nicaragüenses, sino para varias generaciones de centroamericanos, en los duros y tristes tiempos en que oleada tras oleada, debían salir al exilio tras cuartelazos y golpes de estado", concluyó.
agosto 04, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Excelente aporte. Ojalá bastante gente lo lea.
me gusto mucho el espacio, nosotros luchamos aca mas al norte por los derechos humanos de los migrantes en transito hacia estados unidos, vemos que muchso de los problemas son comunes en todas las regiones receptoras de migrantes.
solo una solucion en base al amor, la comprension, la hermandad, la tolerancia y el reconocimiento y respeto de las diferencias nos haran mas fuertes como humanos.
Que Dios de abundantes Bendiciones a los que ayudan a los migrantes.
saludos desde tijuana
Keep up the good work » »
Publicar un comentario